martes, 1 de enero de 2013



Algo muy curioso sucede con el bambú desde el momento de la siembra de la semilla y es que, no sucede nada. Absolutamente nada durante los primeros 7 años.

Al séptimo año, en un período de 6 semanas, el bambú crece más de 30 metros.

Durante ese tiempo de supuesta inactividad, el bambú crea un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es el resultado del crecimiento interno; y que éste, requiere tiempo. A tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas de bambú infértiles.

Por la misma impaciencia, las personas que aspiran a resultados rápidos y a corto plazo, abandonan cuando era probable que estuvieran a punto de alcanzar la meta. Solo obtienen éxito aquellos que se mantienen perseverantes, coherentes, y saben esperar el momento adecuado.

Al igual que el bambú, en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo, y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos debemos recordar el ciclo del bambú y no abandonar nuestros sueños por no ver el resultado que esperamos. Siempre está sucediendo algo: Estamos creciendo.

Si no consigues lo que anhelas, no te desesperes; quizá estés echando raíces.

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